A través del cristal veía mucha gente que Iba y venía con sueros y agujas pero sólo unas manos me acariciaban. Un día la luz se apago y no volvió. Fuera se oían explosiones. Sentí frío. Cuando llegó ella, note un cambio en su mirada. Me sacó de la urna y abriendo su ropa me ofreció su pecho desnudo . A la mañana siguiente, en la sala de prematuros, nadie se fijó en su cuerpo que seguía abrazándome ignorando las bombas.