miércoles, 31 de diciembre de 2014

Los domingos son para descansar











El lunes cuando abrió la puerta de casa a punto estuvo de pisarlo. Sobre la alfombra yacía un canario amarillo mosaico de fondo rojo que había -literalmente- estirado la pata. Estabas casi seguro de que no era uno de los suyos pero...¿cómo habría llegado hasta allí?

Domingo era un hombre minucioso, festivo, alegre y maternal. Sus pájaros eran su vida y su casa estaba llena de trinos.
Cada día se levantaba temprano y limpiaba las jaulas de la terraza, rellenaba comederos y bebederos y cambiaba los huevos reales por los falsos con el fin de que los polluelos nacieran todos a un tiempo una vez finalizada la puesta. Después preparaba la papilla de ocho cereales con miel y brócoli, acomodaba en sus manos con infinito cuidado  a los pequeños seres rosados y descargaba el contenido de la jeringuilla  hasta llenarles el buche.
Al cabo de dos hora, cuando terminaba con todas las tareas, hacía su recorrido mañanero por el bloque.

Ella era metódica en sus horarios.
Entre semana a las 5:45 oía  los primeros trinos a pesar de los tapones y la almohada sobre la cara. Se levantaba a las 6:00.  Después de la ducha, a las 6:15,  su cabeza era ya un puro estruendo que solo podía consolar con un gran tazón de café con una cucharadita de miel.
A las 6:30, tras varios intentos frustrados de meditar contemplando el vapor que ascendía desde la taza , salía de casa echa una furia, cogía el autobús para ir a trabajar y no regresaba hasta media tarde, casi siempre para no volver a salir hasta el día siguiente.
Los fines de semana se permitía un ratito mas en la cama pero nunca consiguió llegar mas allá de las 6:30.

El martes a las siete de la tarde de vuelta a casa, la primera persona que se encontró fue a su vecino que amablemente le sujetaba la puerta del ascensor con una sonrisa de bienvenida.

-Buenas tardes.

Notó como la ira le subía hasta la garganta para detenerse, como siempre, transformada en una forzada sonrisa y  un buenas tardes poco convincente. Pero esta vez podía anotarse un triunfo tan solo por 30 euros de pájaro mas 20 de mensajería.
El viernes anterior el paquete llegó puntual y sin abrirlo, fue directo al congelador para terminar dos días mas tarde, una vez atemperado, en bonito mosaico sobre el felpudo de aquel hombre que- estaba claro-no había descubierto aún la autoría de tan fúnebre mensaje.

Su vecino tenía facciones agradables, una gran calvicie que le invadía hasta mas abajo de la coronilla y olía a campo. Llevaba colgado a la cintura un cinturón con varias herramientas y vestía un chaleco con mas de media docena de bolsillos.
Hacía bien su trabajo y caía bien a todos en el edificio, incluido el administrador, por lo que sus intentos de acabar con los trinos legalmente, hasta ahora no habían funcionado.

-Hola. Los vecinos de abajo se han quejado de una fuga de agua.  ¿Le importa que pase a echar un vistazo?

La cara del hombre es cada vez mas irritablemente amable y sin embargo...
Ella quiere decirle que no, que jamás pondrá el pie en su casa, que ya llamará a un fontanero, albañil o lo que haga falta. Pero solo puede seguir sonriendo mientras le abre la puerta.

La casa huele a soledad.
Ella deja las llaves junto a su madre muerta en el aparador. La foto es tan vieja que apenas se distinguen las facciones pero ella las ha aprendido bien.

Domingo sigue a la dueña despacio observando cada estancia con actitud profesional de buscador de fugas pero su cara no puede evitar transmitir su desolación en cada detalle o mas bien en su ausencia.
En la terraza las plantas yacen secas en los maceteros . Ella las mira con ternura pidiéndoles perdón por tanta dejadez y acto seguido corre las cortinas con una furia antigua y pesada.

Su pequeño mundo se había hecho cada vez mas pequeño desde que vino a la ciudad dejando a 2 hermanos varones y un padre trabajando el campo y una pequeña granja .
Su tía no era una mujer amante de los niños y ella, con siete años, pensaba ya en tener por lo menos diez.
Aprendió demasiado pronto a llevar una casa pero nunca pudo llenarla de niños y tampoco de amantes dispuestos a mas.
Su esfuerzo le regaló una plaza de funcionaria por oposición que fue su único triunfo pero que apenas era ya motivo para levantarse por las mañanas.

-       Este es el baño.
-       ¿Puedo pasar?

Ella asiente con la cabeza . De espaldas, en el marco de la puerta, la silueta del hombre  llena la estancia y la impregna de un aroma conocido que la envuelve transportándola a otro tiempo.  ¿Que hace  en su casa? ¿Cómo ha podido dejarle entrar?

-Nada de fugas por aquí. Veamos en la cocina.

Domingo sigue a la mujer por el pasillo desnudo con paredes de papel pintado de hace medio siglo hasta una cocina sin vida.
Sobre la encimera, una caja de raticida  solitaria y sospechosa, se adueña de inmediato de su pensamiento mientras ella le muestra la toma de agua bajo el fregadero.

-Bien pues... ya me voy. Veo que el problema no está aquí. De todas formas ya sabe que si necesita algo...

Por la tarde Domingo está inquieto, ni siquiera el chat con sus amigos canaricultores le saca de su angustia. De pronto los pájaros dejan de trinar, sale a la terraza y la ve intentado trepar por la barandilla que separa sus balcones .
Un grito angustiado sale sin saber cómo de lo mas profundo y asciende hasta la garganta de Domingo.
-¡¿Qué hace?!

Ella, al verse descubierta, entra en casa deprisa cerrando  balcón, cortina y la frustración de su primer intento fallido.

El miércoles a las 6:45 ella no ha salido todavía de casa para ir a trabajar .
El llama al timbre una sola vez con el miedo pegado en sudor por todo el cuerpo y al poco se abre la puerta.
Jadeando , con  el pelo revuelto y un  pijama corto de esos que  las mujeres compran con cuidado como si fuese ropa de calle, a el le parece la criatura mas hermosa del universo.

-Hola, lo siento. Pensé que...Anoche tape las jaulas ...algunos vecinos se quejaban del ruido y ... bueno esta mañana no la he visto salir . Si quiere la acerco en el coche al trabajo, cualquiera puede pasar una mala noche...

El viaje hasta la oficina les resulta agradablemente silencioso. El tiempo se pasa volando.


Es lunes de madrugada y está a punto de amanecer. En la farmacia de guardia consigue pasar por abuela en apuros a cargo de un nieto hambriento para comprar la papilla de cereales.
Mientras prepara la mezcla piensa que fue una suerte que no llegara a saltar aquel día en la terraza. Domingo no tenía la culpa de su sufrimiento, no se merecía aquello.
Con la jeringuilla cargada de un color amarillo imposible, se dirige al salón. Esta desnuda, que importa ya...
El la coge con fuerza por detrás mientras ella contempla a través del cristal los jacintos en flor y la hilera de jaulas llenas de color que los reclama .

-¿Quien va a dar de comer hoy a los niños?



FIN










martes, 30 de diciembre de 2014

El primer día del año


Tendido en la cama recordó el momento en que había comenzado a sentirse mal. Hacía cinco o seis días, no más. Después de llegar del trabajo estaba más cansado que de normal. Las cargas burocráticas minaban su moral, pero eso era más que la moral, estaba débil. No tenía ganas de salir a tomar algo ni de ir al gimnasio al día siguiente. Era como si su fuerza estuviera en otro lado y no pudiera reencontrarla. Alguien se la había robado.

Las fechas no eran propicias para estados anímicos depresivos. Ya se sabe el efecto que pueden tener la navidad y el fin de año sobre personas que desean más irse al otro barrio que festejar en este. Anselmo conocía su tendencia a la depresión y por ello quiso olvidar el desgano que le invadía y prepararse para ir a ver a sus primos con quienes era habitual dejar pasar los últimos días del año. Ninguno de ellos era asiduo a reuniones familiares mas la necesidad de compañía los unía como si se vieran todas las semanas. Era un pacto tácito bien firmado desde que los padres (los tíos) habían muerto.

Tendido sobre su vientre Anselmo sufría de intensos retortijones que le hacían girar para uno u otro lado alternativamente hasta que ya no había más que esperar y terminaba por fin en el inodoro liberando terribles efluvios. Durante la mañana la secuencia se repitió varias veces. Entre la primera y la segunda expulsión Anselmo Duarte volvió a entrar en la el salón de su primo Mauricio donde festejaron la noche buena.

Era una noche sin luna, fría y desoladora. Los dolorosos retortijones hacían recordar una cena insulsa y poco preparada, las risotadas alcohólicas y el trasnochar sin sentido que le llevaron por primera vez a la cama. Mauricio fue el único que se preocupó por él, pero le duró solo unas horas hasta que se largó a dormir solo o con una golfa, Anselmo no estaba en condiciones de saberlo.

El día de navidad confirmó que había sido la segunda de las posibilidades al ver a la señorita tirada junto a su primo, de cuerpo presente, en la asquerosa habitación. Anselmo se había levantado para preguntar si tenía ibuprofeno, pero al ver la escena, decidió resolver la incógnita hurgando en los baños. Sólo había paracetamol y del 2010. El dolor de estómago llegaba hasta la cabeza y no dudó en meterse tres pastillas y detrás de ellas dos vasos de agua. Ese día no pudo comer, pero al siguiente hizo de tripas corazón y donde hubo una jaqueca había un vaso de vino manchego. Era el momento de regocijarse en las desavenencias de los demás y cada uno hacía su aporte contando las peores meteduras de pata de los últimos meses. Así pasaron dos o tres soles y siempre entremedias la misma luna en cuarto creciente.

El penúltimo día del año Anselmo estaba realmente mal y decidió largarse de casa de Mauricio. Le soltó una excusa claramente falsa que el primo aceptó sonriendo y con una palmada en la espalda. Los demás se enteraron al volver de la tienda de licores.



Le palpitaban las manos y las sienes cuando conducía. Había decidido volver en su coche para no dejarlo tirado en el peligroso barrio de Mauricio, una estupidez más. En una rotonda no vió un camión que se incorporaba y casi termina empotrado contra los bajos traseros del gigante con ruedas. Los gritos del conductor de la moto que le seguía sonaban como murmullos comparados con los latidos en el interior de los oídos de Anselmo. Estaba más blanco que de costumbre y eso era mucho decir. Creyó por un momento estar muerto mas la ingente cantidad de adrenalina en sangre le hizo descartar esa posibilidad.

A duras penas clavó la llave en la cerradura y arrastrándose se refugió por fin en el sofá. Ni hablar de llegar a la cama, eso sería otro día. Aparecieron fantasmas del pasado, vidas pasadas y perdidas oque habían tenido la casualidad de suceder durante el mismo año que estaba por acabar y todo acompasado por un incesante latir de sienes y el ronronear de intestinos.

Despertó a la consciencia frente al espejo preguntándose cómo demonios había llegado a estar tan mal, y aquel viaje tortuoso de una semana de intestinos revueltos y sienes palpitantes no era respuesta suficiente. No podía recordar nada más, no podía recordar ni accidentes de coche, ni peleas callejeras, ni estar internado en un hospital... Era todo tan estúpido y a la vez tan doloroso y real. Volvió a la cama y nada más acostarse las tripas le levantaron volando, otra vez al inodoro. Explosión tras explosión y maldición del demonio a las doce de la noche del treinta y uno de diciembre para terminar el año festejando estar vivo medio muerto en medio de un nauseabundo sanitario que parecía decorado por un artista asesino.

La persiana de la habitación estaba rota. El rayo de luz entrometido se dirigía directo a los ojos del cuerpo semi-desnudo que había sobre la cama de Anselmo Duarte. Pero no fue la luz sino el silbido provocador de Mauricio llamando por la ventana lo que hizo recordar al alma de Anselmo que debía volver a ese cuerpo tendido en el catre. Fue como un golpe seco. Un ¡paf!, en toda la cara. El muerto revivió y los sonidos guturales fueron tales que trascendieron las paredes y sirvieron sin quererlo para tranquilizar a Mauricio, que comenzaba a golpear la persiana con preocupación.

La luz, las voces, el demonio mismo, todos habían estado en esa habitación horas atrás sentenciando al pobre desgraciado a una muerte merecida y dolorosa. Anselmo había sufrido el desdén de la humanidad por ser un idiota, un borracho desagradecido que sólo quería morir solo y al que no le importaba nada. Y en el momento justo en que la muerte mostraba le su cara, había descubierto que ella no era más que una mentirosa, una forma inútil de escapar al espejo que tarde o temprano nos muestra cara a cara con la mierda que somos. Tal vez la muerte perpetuaría esa imagen eternamente. Vaya castigo.

Una semana de dolor era más que suficiente para darse cuenta de que la vida valía la pena y que tenía que arreglar la maldita persiana si quería seguir levantándose tarde el resto de sus días. La cara de idiota de detrás del espejo podía necesitar ayuda. Quizás abrir la puerta al otro idiota golpeando a patadas antes de que llamara a la policía no era un mal comienzo, era primero de enero y para Anselmo Duarte era también el primer día después de muchos años.


Pernando Gaztelu

domingo, 21 de diciembre de 2014

El trago

Necesito beber, mientras tomo mi copa, voy seleccionando los especímenes que pululan por el bar. 

Un grupo de hombres y mujeres beben sin descanso, su alboroto se oye en todo el bar. 

Al fondo, solo en su mesa, un cincuentón bebe  solo.
Me acerco y me siento con él. Suavemente paso mi mano por su pierna, me mira y acerca su cara para besarme.  

Es mi ocasión... su cuello desnudo se ofrece a mis colmillos, siento como su sangre se desliza por mi garganta, este trago me sienta genial. 

No te fíes de quien se sienta a tu mesa. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

Marionetas

En Austin todos los bares tienen música en vivo. Las camareras se mueven suavemente, no se sabe muy bien si siguen la música o si hay alguna mano por debajo que las mueve como marionetas de peluche.

Amber era mi preferida. Me gustaba ir a tomar algo al Ugly Coyote no porque el bar fuera bueno, los grupos que tocaban allí eran mediocres, pero ella era mi amor platónico.

Aquella noche se movía como nunca. Lentamente, suavemente. "El titiretero imaginario está realmente inspirado", pensé. Mi imaginación y las Samuel Adams me jugaron una mala pasada justo cuando comenzó la lucha entre dos bandas de rock. No sé si terminé del otro lado de la barra o si la barra se cayó o si todo fue un sueño. El hecho es que vi a un hombre con la cara hundida donde nacen las piernas de Amber. Entonces comencé a creer en la magia de las marionetas.

Pernando Gaztelu


jueves, 11 de diciembre de 2014

La última copa




Con una bonita sonrisa, ella les escucha de verdad aunque ellos solo le escupan mentiras  cargadas de culpas de esposas, madres o jefes. Apenas se moja los labios con el liquido amargo del olvido que vierte en sus copas, lo suficiente para no desentonar. Pobrecitos.
Solo espera que algún día aparezca entre ellos uno que la reconozca.

-Hola. ¿Tienes algo sin alcohol?

Nerviosa siente esa voz que la atrapa al instante y sabe que ha llegado el momento. Sin apartar la mirada del hombre, busca bajo la barra y saca una botella de un rojo intenso y brillante.

-Si. Tengo sangre.

-Pues ponme una copa -dice el mientras se relame. 

Ella obedece temblando mientras el líquido espeso va cayendo gota a gota. El no puede esperar mas, salta por encima del mostrador, la atrapa en sus brazos y muerde con pasión el cuello blanco y dispuesto. Entonces los  dos desaparecen juntos lejos de allí dejando a todos esos bobos plantados sin entender lo que ha pasado.

Sobre la barra teñida de rojo la policía descubre pegada la sonrisa y un diente de la camarera mientras un cliente borracho les cuenta que su novio era un tipo celoso.







Susana Ugarte Gonzalez
susanaugarteg@gmail.com

Desafío Número 1: 200 palabras máximo.

Os dejo dos fotos. Podéis inspiraros en una o en las dos como tema para el microrrelato. Máximo 200 palabras. ¡A disfrutar!

(Se permite seguir el juego literario con comentarios a la historia primcipal, luego si queda bien (votos nuestros) la publicaremos como un relato conjunto de los co-autores implicados en la locura...)

martes, 9 de diciembre de 2014

¡Bienvenidos!

Nace un nuevo blog de la iniciativa de unos locos por la literatura que viven en Pamplona y quieren hacer disfrutar al mundo sus relatos, poemas, historias y todo lo que tenga que ver con el mundo literario.

¡A disfrutar!