Primer paso: quitar la tapa. El plástico
plateado apenas es visible por la mancha blanca que anticipa el asqueroso
contenido del vaso. Me aventuro a mirar dentro, observo la cantidad, cojo el
recipiente y calculo como caerá en mi estómago invadiéndolo de esa frialdad
acuosa.
Tengo que comer.
La cuchara rompe la superficie y se llena
del contenido. Abro la boca esperando el momento en que el paladar y la lengua
la aprisionen. Solo tengo que hacerlo rápido y luego darle paso a través de la
glotis…
_Agg!!!
Primera arcada y el estómago recibe un golpe.
La lengua está ya empapada de ese sabor
rancio a pesar del camuflaje azucarado y no sabe donde esconderse para no
sentir.
Otra cucharada. Tengo que comer.
La segunda es aún peor. La garganta
defiende la entrada y el contenido del estómago empieza ya a fluctuar arriba y
abajo buscando una salida.
Otra mas. No respiro. Es mejor. Ya casi
esta.
Nooo!!!
La última arcada es bestial e
incontrolable. Inútil taparse la boca.
Todo se desparrama alrededor dejando un
aroma aún mas rancio mezcla de jugos estomacales y lácteos.
Nunca he podido con el yogur.
Muy bueno. Muy bien mostrado el asco, con detalle. Echo en falta, tal vez la llamada más al ritmo lento que al asco, aunque es verdad que se acompañan. No sé, era por decir algo. Saludos y que asco de yogurt, ja ja ja.
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