miércoles, 11 de marzo de 2015

PARA LEER CUANDO PUEDA REIRME


Las cosas de las que al cabo del tiempo puedes reírte, después de todo no eran tan terribles, aunque en el momento en que sucedieron fueron como tempestades que solo deseabas ver terminar.

¿En que momento pensé que sería bonito tener hijos?
En un principio yo era yo en relación a mis padres, luego fui yo en relación a mis amigas y finalmente a mi pareja . Creía que ya había alcanzado el máximo de relaciones de parentesco y afectividad y que ya nada me faltaba, pero supongo que llegó un momento en que quise averiguar también quién era yo en relación a mis hijos y así fue como empezó.

Desde el principio todo han sido elecciones. Podría haber elegido nacer en cualquier otro lugar del mundo, haber escogido una pareja diferente y finalmente, los hijos podrían haberme elegido o no .
Pero lo hicieron y después del nacimiento, os ahorraré el parto- momento altamente emotivo para una misma y nunca para los demás- empecé a tomar otra serie de decisiones esta vez en relación al fruto de mi vientre y con la dificultad añadida de tener que hacerlo en equipo.
_¿Por qué llora?
_Es hambre.
_No puede ser, le acabo de dar.
_Será que no tienes leche..
¡Dios mío! Si no tengo leche.. ¿se morirá? . La leche materna-dicen los expertos- es la mejor opción . Si no puedo darle ni siquiera eso ¿qué clase de madre soy?

Las cosas se relajaron un poco después de unos eternos meses cuando, una noche me desperté sobresaltada y me di cuenta de que eran las 5 de la mañana y el bebe no había llorado desde las 22:00 de la noche anterior.
Dormir pasa a ser entonces tu actividad favorita y mientras esto siga así, crees que puedes con todo.

Pero las decisiones continúan presentándose a tu puerta llamando insistentes cada vez con mas fuerza hasta que no tienes mas remedio que mirarlas de frente.
¿Qué hacemos con el trabajo? ¿Guardería o abuelos? ¿Los tuyos o los míos?
Si para este momento todavía no habías reñido con tu pareja-cosa que no me creo- a cerca de ese pequeño ser que ocupa tan poco y que cunde tanto, esta es la ocasión.

Decides por fin llevarle a la guardería y te la imaginas como un lugar de ensueño donde unos brazos amorosos como los tuyos estarán pendientes todo el tiempo de tu retoño..
¿De verdad pensabas que era así?
El primer día cuando llegas a recoger a tu amada criatura que con suerte, porque los niños son mas adaptables que los adultos, habrá sufrido bastante menos que tu con la separación, te asomas con cuidado tratando de sorprenderle para averiguar por su expresión como se ha sentido en aquel lugar extraño . Y de pronto la ves. Está sola, sentada en un rincón, los mocos le llegan hasta la cintura y se te abraza como una lapa a las piernas. Se te parte el corazón y la cuidadora te dice ¡que ha estado fenomenal!

El siguiente reto: el colegio donde serás tu en relación a otras madres  y  no quedará mas remedio porque los niños se juntan entre ellos de forma mucho mas natural que nosotros, sin prejuicios ni condiciones .
Así conocerás a la madre eternamente preocupada - si eres tu normalmente ya te conoces; a la madre que compara constantemente a su criatura con las demás; a la que busca desesperadamente relacionarse con adultos para dejar de hablar de comidas, enfermedades y demás intendencias pero sin embargo habla todo el tiempo de ello porque no sabe de que otra cosa hablar…
En fin, una variedad de formas de vivir una misma realidad que no es otra que: ¿Quién soy yo ahora?

Entonces quizás retomes cosas que habías postergado durante estos tres maravillosos y eternos años , cosas que recuerdas de pronto que alguna vez te gustaron y otras que te van a empezara a gustar ahora porque si, porque lo necesitas y punto.
Te apuntas a alguna actividad placentera y tratas de negociar con tu pareja-hacía rato que no salía el tema-como narices hacer para que los dos hagáis lo que os apetece hacer y además no os olvidéis de ir a recoger al niño al colegio.
Si has elegido bien y encajado el hueco en la rutina diaria, puede ser un oasis pero lo mas seguro es que se trate tan solo de un espejismo y que esos momentos maravillosos de desconexión familiar, te cuesten una lucha titánica contra la pereza y el cansancio y puede que una buena dosis de culpa de madre que abandona a su retoño una vez mas.

Y así, sin darte cuenta ha llegado el verano y os planteáis unas merecidas vacaciones en la playa. Cuesta organizarlo todo pero la ilusión es grande y estas deseando verte tumbada al sol o dando un tranquilo paseo acariciada por la brisa marida junto a tu hermosa familia…
¿He dicho yo que me gustaba la playa?
Si, la playa está ahí, como siempre pero ya no soy yo y la playa, ni siquiera la playa, el y yo .
El retoño está encantado jugando junto a ti, la arena se ha metido en todos los lugares posibles: bolso, ojos, bikini, la tortilla de patata…y aún quedan posibilidades .
Los vecinos de toalla sin cargas familiares aparentemente, te miran con una mezcla de pena y de ira mientras tu tratas de que la criatura no trague mas minerales de los necesarios para mantener su salud que por cierto, por el momento no ha dado señales de fallar .
Entonces enferma. Fiebre de 39 y subiendo. Es normal en los niños pero tu piensas que su diminuto cuerpo es como una caldera y que si sigue subiendo peligrosamente, cuando menos te lo esperes explotará . Corres a solidarizarte con todas las madre y padres que como tu abarrotan las urgencias y sufres con ellos la espera hasta que un profesional convenientemente uniformado te asegura que tu pequeño no morirá todavía.
Es un gran alivio y entonces piensas que tienes mucha suerte de vivir en un país desarrollado donde hay médicos a tu disposición y todo lo pueden solucionar ¿o no?
Llega un momento en que tienes una extraña sensación de control. La criatura está siendo educada, tiene el cariño de los padres, amiguitos en el colegio, puedes todavía convencerla para que se lave los dientes, le gusta bañarse, incluso has conseguido que recoja sus juguetes.. y en ese momento sea por la inercia que ya has cogido de enfrentarte a nuevos retos o sea por darle mas aún a tu primogénito/a , decides tener otro.
¿Pensabas que ya lo tenías todo controlado?
Pues no. El recién llegado busca su sitio, el primero piensa que sus padres no  pueden querer a mas de uno y la guerra estalla.
Lo peor es que sabes, que hagas lo que hagas,  nunca firmarán la paz definitiva.
Me ahorraré los años que van hasta el comienzo de la adolescencia porque lo mas interesante viene después.
No hay por que asustarse, pero la sensación de pérdida de control de nuevo estalla en tu cara. Ya no me habla, me critica, se enfada sin motivo..
Vuelta de nuevo a leer libros de autoayuda y a compartir con aquellas madres que conociste el primer día de colegio, comparas, indagas, te desesperas y al final asumes que tu también debiste ser así.
_¡Pero los niños de ahora son diferentes!
El tiempo pasa y por mucho que quieras tu hijo nunca estará de acuerdo contigo en nada. Así es como tiene que ser.
¿Volvería a tener hijos si supiera todo esto ahora?
Si. No encuentro una forma mas fácil de asumir y superar retos encadenados que nunca me plantearía si me dieran a elegir.










2 comentarios:

  1. real como la vida misma, esperas que se independicen y recobrar el tiempo para ti ,pero es una ilusión que no se cumple , siempre habra otras cosas antes que tu y asi pasara la vida .

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    1. En el tema de los hijos,todas nos complementamos,por eso este relato lo puedes vivir,como parte de tu biografìa.Muy real y con un toque de humor sereno.¡Animo...!

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