Mi hermano era un niño encantador.
Desde que nació, nunca perdió la
oportunidad de ahorrarme la tarea de agradar a papá y mamá. Con ocho años se
interesaba por mis incipientes relaciones amorosas y siempre encontraba un
nuevo lugar donde colocar mis cosas.
Sin embargo, cuando habían pasado ya quince años desde su
desaparición y lo dejé salir del zulo del jardín, ni papá ni mamá me
agradecieron que les hubiese ahorrado vivir su adolescencia.
Ja ja ja ja. Noto cierto resquemor.. muy bueno!!
ResponderEliminar