lunes, 2 de febrero de 2015

Rojas y sabrosas

El lunes abrí el envase color rojo pasión y para cuando quise pensar lo que estaba haciendo, la cuchara ya tocaba el fondo y me relamía de placer por ese increíble sabor a fresa.
Me costó olvidarlo y conciliar el sueño después.
El lunes siguiente todo era gris. Llovía. Un horrible coco adornaba la tapa del yogurt, una roca que debía pesar al menos doscientos kilos la cubría. Tenía hambre y delante de mí solo ese maldito vasito banco y marrón.  Gasté todas mis fuerzas haciendo palanca hasta que abrí una esquinita diminuta del envase. El sol dejaba sombras lejanas del vasito en la pared del salón cuando la punta de la cucharilla de té se apoyó por fin en la masa blanquecina. En marzo dejé el recipiente caer al cubo de basura, fui al vater y vomité como un poseso. Vomité todas las horas de sufrimiento inútil, vomité mil horas soñando con fresas rojas y sabrosas envueltas en yogurt.

1 comentario:

  1. Pues si que pasa tiempo hasta digerir el coco. Que mala fama! con lo rico que es...

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